viernes, 11 de diciembre de 2009

Un pequeño video

El año pasado "The Kavra" hizo un estupendo video-reportaje de nuestra aventura.
Sin llegarle a la suela de los zapatos, y aprovechando el poco material del que por ahora disponemos (las fotos del "señor Salvaje" y de Fede, alias "Mr. Lobo" ) he creado un pequeño video, porque ya sabéis que "una imagen vale más que mil palabras".




Espero que os guste y os haga sentir al menos un poquito de lo que nosotros hemos sentido durante el viaje.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Día 8 : De Seronera a Lobo en el Serengeti

Arengados por Fede con su habitual "Chicos !!" la rutina matinal de levantarse, desayunar poco y mal, recoger las tiendas y ponernos en marcha empezaba a ser algo que éramos capaces de hacer casi con los ojos cerrados.


Esta mañana queríamos poner a prueba al Serengeti. Empezamos yendo donde ayer vimos al leopardo descansando en la rama de un árbol, pero obviamente no estaba ya. Después vagabundeamos los alrededores de Seronera sin mucho éxito. Al rondar el mediodía, cansados de no encontrar grandes cosas, seguimos el rastro de una buena multitud de coches aparcados. Estaban viendo lo que parecía ser una escena de caza protagonizada por un leopardo y una gacela. Cuando llegamos intuímos que el leopardo había atacado a la cría de la gacela, y ésta permanecía inmóvil, a cierta distancia del árbol donde estaba subido el leopardo, con la mirada clavada en un punto intermedio entre el leopardo y ella. Supusimos que estaría viendo a su cría, pero desde el lugar de observación que teníamos, bastante apartado, había demasiados obstáculos y tuvimos que recurrir a la imaginación.


Los binoculares : indispensables


Estuvimos allí un buen rato, incluso nos adelantamos al resto de coches para cambiar el punto de vista. Conseguimos ver mejor al leopardo, esperando un poco de acción, pero la gacela, tras un tiempo más que razonable, optó por abandonar, prudentemente la escena. Al decidir irnos de allí, tomé la iniciativa por un camino equivocado y quedé atascado con el Landcruiser en un charco de barro más profundo de lo que esperaba. Fede me avisó desde el Landrover que tenía metido el tubo de escape dentro del barro y que, aunque no pasaba nada, que mantuviera un poco el acelerador pisado. Ante la que supongo atenta mirada del resto de coches aparcados, salimos medianamente airosos del embrollo, gracias a las indicaciones expertas de Fede, que me repetía sin cesar que girase el volante de lado a lado para buscar tracción. Os aseguro que ante una situación medianamente tensa y sintiéndome observado por bastantes pares de ojos, te vuelves un poco duro de oído. De hecho, creo que Javi me estaría diciendo algo también, pero no recuerdo siquiera si lo estaba haciendo. Y que conste que tampoco llevábamos tantas cervezas encima. De hecho, salimos de allí y decidimos ir hasta el centro de visitantes de Seronera a ver si nos informábamos mejor de por dónde podríamos probar mejor suerte.


El leopardo esquivo


En el centro de visitantes cambiamos el agua a los canarios, compramos un par de botellas de vino, nos bajamos un par de cervecitas (digo "par de cervecitas" pero cada una era del tamaño "habitual" de medio litro) y charlamos con un ranger acerca de nuestras iniciales intenciones de ir hacia "Lobo", otro centro neurálgico del Serengeti situado al norte del parque. La respuesta fue contundente: él venía de allí y no había visto a nadie por el camino. En cuanto a ver animales tampoco nos dió muchas esperanzas. COn lo grande que es el Serengeti, ver tan pocos animales parecía ser nuestro sino. Comimos algo (unas patatas fritas, no vayáis a pensar mal) más que nada porque empezaron a llegar turistas de safari organizado llevando los típicos "lunch" de picnic en cajas de cartón que parecían de zapatos. Al olor de la comida aparecieron unos pimbis por allí, y pudimos comprobar lo "bien dotados" que están estos animales. La definición de "cola de impresión" tuvo aquí una nueva acepción.

Bajo un calor sofocante decidimos ponernos en marcha hacia "Lobo" más que nada porque al entrar al parque dijimos que iba a ser nuestro segundo campamento y porque ya que estábamos allí había que ir a verlo, aunque no tuviésemos buenas referencias del ranger.

El camino volvió a ser algo cansino al principio, parándonos cada poco porque nos separábamos mucho los dos coches. Pero hay que reconocer que vimos algunas estampas "impresionantes", empezando con la migración de ñús cruzando nuestro camino a la carrera como un interminable reguero de hormigas,y terminando con los tres guepardos que descansaban a la sombra de un árbol en medio de una estepa pelada y bajo una calina tremenda. Aquí el señor salvaje hizo de las suyas bajándose del coche para que los gatitos se movieran un poco.


Los guepardos en el camino a Lobo


La migración de ñus



Por fin nos acercábamos a Lobo. Tuvimos que subir a una pequeña zona montañosa donde fuimos encontrando un hotel perfectamente integrado en el paisaje y un pequeño conjunto civilizado donde hasta incluso se anunciaba un colegio de primaria. Pero ver no vimos ni un alma hasta que llegamos al campsite "Lobo 1" donde había un par de coches aparcados y de tiendas de campaña junto a la zona (siempre enjaulada) de cocina abarrotada de tiestos y víveres. Hablando con el cocinero (que sabía incluso un poco de español) y otros dos "asistentes" nos enteramos de que todo aquel tinglado era para "servir" a una pareja alemana supuestamente en viaje de luna de miel. A ellos los vimos después cuando salieron de la tienda para irse de safari, y pudimos comprobar que no eran demasiado habladores y que el plan de viaje que llevaban era totalmente "colonial". Sólo había que ver la mesa que tenían montada en la otra zona enjaulada destinada a "comedor", con su mantel, cubiertos y vajilla perfectamente dispuestos. A mí, personalmente, me pareció ridículo y totalmente fuera de lugar.

Sea como fuere, nosotros a lo nuestro. Sí, habéis acertado : cervezas. Pero gracias a Mamé también pudimos rellenar el hueco entre vientre y espalda con un sandwich completísimo y sabrosísimo (lo que hace el hambre ...). Todo ello sentaditos y/o tumbaditos en una suave ladera, a la sombra de unos pequeños árboles y viendo de bastante cerca búfalos y monos. A lo lejos, con la inseparable ayuda de los prismáticos, veíamos jirafas, elefantes y ñús.

Javi estuvo negociando la posibilidad de rellenar el depósito del Landcruiser con los "asistencias" de la pareja alemana, pero pedían una barbaridad por litro (2500 Tsh cuando lo normal estaba en 1400Tsh). Tras un breve descanso decidimos irnos de "game viewing" hacia el este, bajando la ladera que teníamos a la vista. Para no gastar combustible del Landcruiser innecesariamente (parecía que repostar allí no iba a ser recomendable) nos fuimos todos en el Landrover. La tarde resultó ser de nuevo infructuosa. Sólo vimos vegetación y por reseñar algo unos marabúes dando cuenta de un ñú "bastante" muerto. Hartos de buscar nos dimos la vuelta y probamos hacia el oeste. Vimos unos pimbis correteando en grupo y ya de vuelta hacia el campsite enmendamos algo la tarde con unos elefantes que se estaban merendando unos árboles. Fue de lo mejor (o al menos reseñable) del día, sobre todo por la luz que la caída de la tarde daba al panorama.


Los marabúes merendando


De vuelta en el campsite tratamos de localizar al ranger para consultarle la posibilidad de meter los coches en la zona de camping, cosa que sabíamos estaba prohibida, pero es que esta vez el"parking" era prácticamente inexistente y estaba muy inclinado. No conseguimos localizarlo pero apareció poco después con aparentemente alguna copa de más. Tras conversar con él, se hizo novio de Alberto (tendríais que ver la cara que se nos quedó a Mamé y a mi cuando les seguíamos y vimos que iban cogidos de la mano) y nos autorizó a meter los coches en la zona de camping. La relación fue todo un flechazo porque nos ofreció combustible a un precio que nos dejó helados : 1300 Tsh (casi más barato de lo que considerabamos normal).

Todo esto ocurrió después del incidente de los cacahuetes picantes asesinos, que fue lo que estuvimos picoteando mientras Alberto y Mamé fueron a buscar al ranger. Fue tomarme unos cuantos y enseguida tuve "la llamada del ahorro" inminente que tuve que atender de urgencia. Viendo como la noche se me echaba encima mientras recibía insistentemente rellamadas y que no me había llevado frontal para al menos ver a lo que me estaba enfrentando, tuve que implorar al espíritu de la vacuidad para quedarme sin existencias cuanto antes. Menos mal que las instalaciones eran más que decentes.

Algo debilitado por el esfuerzo pude respirar tranquilo con todavía algo de luz, pero me negué a probar la salsa de los espaguetis que Mamé nos preparó esa noche. Me conformé con un buen chorro de aceite de oliva, de ése que venden por aquí a 12 dólares los 3/4 de litro. Menos mal que no probé la salsa, porque creo que aún os sigue picando la boca a los demás, no?.


El parking de "Lobo 1"


Hay que recordar que la cena la hicimos en compañía de la pareja alemana y su guía (por llamar de alguna forma a la mera coincidencia espacial) . Las comparaciones son odiosas, pero la situación era totalmente cómica. Mientras a ellos les servían la sopa en una mesa digna de etiqueta, bajo la clara luz de un candil alimentado de parafina, a nosotros se nos intuía tan sólo, alrededor de unas mesas plegables minúsculas e iluminados por el cristal ennegrecido del inapropiado queroseno que usábamos para nuestros candiles. Eso sí, gracias al señor salvaje pusimos algún signo de distinción tomándonos una copita del vino tinto que compramos en Seronera. Pero en conjunto mejor dejamos las descripciones y recogemos todo para irnos a dormir cuanto antes.

Yo tuve que hacer mutis por el baño de nuevo, con la venia del grupo para no fregar ni recoger los tiestos esa noche. Le habíamos prometido al ranger que mañana temprano desmontaríamos las tiendas y nos iríamos, así que no hubo tiempo para más, aunque el sitio, todo hay que decirlo, merecía la pena.

lunes, 7 de diciembre de 2009

Día 7 : Seronera, el corazón del Serengeti

Hoy era el cumpleaños de Nuria, la mujer de Mamé. Él llevaba los últimos días recordándonos esta fecha y pensando en conseguir un regalo especial para ella. Ayer se puso triste porque poco después de irnos del colegio que visitamos (Oloosinon) cayó en la cuenta de que podría haber pedido a los niños de primaria que cantaran el cumpleaños feliz en swahili y grabarlo para Nuria. Fué una lástima, es verdad, pero al comentar esto quiero que quede constancia de las intenciones de Mamé para con su mujer, quizá así ganemos unos puntos adicionales en los "carnets conyugales por puntos".

Tras despertar junto al lago Victoria, del que sólo podíamos ver un bracito minúsculo y aun así parecía inmenso, dessayunamos con unas galletas que compramos el día anterior. Fui yo el único que soportó comer más de dos. Eran de jengibre y su sabor era horrible, os lo aseguro. De hecho fue el único alimento que se quedó en los coches al devolverlos a George. Insufribles, no diré más.

Tras el aseo personal correspondiente nos pusimos en camino hacia el Serengeti, después de pasar por la tienda y gasolinera donde ayer compramos algunos víveres y rellenamos los depósitos. Más de uno esperaba volver a ver a la dependienta de las virtudes evidentes, pero la tienda no había abierto aún. Por suerte apareció por allí poco antes de irnos y despidió con una sonrisa  a los que la vieron. No fui de los afortunados ...


El camino hacia el Serengeti se nos hizo bastante pesado porque había más kilómetros de los que esperábamos, y eso que hasta la entrada era carretera asfaltada y que el primer tramo, desde salir de Musoma hasta  el primer pueblo (Nyakanga) ofrecía inenarrables estampas de gente en bicicleta llevando de todo. Hasta un colchón fui capaz de ver a uno llevando en la espalda. Impresionante, de verdad.
El LandRover tomó poco después la iniciativa pero se pasaron de listos y de velocidad saltándose el desvío para entrar al parque. Tras pagar las tasas correspondientes con tarjeta obligatoriamente (era lo único que nos faltaba por ver), comprar un mapa y calibrarlo sin mucho éxito para el GPS (los mapas de Google siempre fueron nuestro mejor guía) entramos sin mayor novedad en el Serengeti.

La hora no acompañaba demasiado y el calor apretaba, así que hasta Seronera, sin ver muchos animales, con un paisaje algo decepcionante y muy llano, la ruta se nos hizo muy cansina. Incluso llegamos a parar un rato porque el sopor se hacía inaguantable. Pocos animales y mucho calor sería el resumen de la entrada.



Una paradita para aplacar el sopor

Al llegar a Seronera, el corazón y centro neurálgico del parque optamos primero por localizar el campsite  que nos habían asignado a la entrada : Pimbi (que resultó ser el nombre de un simpático roedor). Al llegar nos encontramos con un grupo de españoles que nos reconocieron de haber compartido avión. Eran catalanes y valencianos y estuvimos un rato charlando y comentando lo que habíamos visto, y los planes que teníamos.

Después decidimos hacer un poco de "game view" por los alrededores, donde pudimos ver un leopardo descansando en la rama de un árbol (algo lejos), unos leones "practicando sexo" y otra manada de leonas al atardecer suponemos que agrupándose para prepararla parda esa noche. También vimos algunos animales nuevos como los pimbis en unos roquedales de origen volcánico característicos del Serengeti: los Kopjes.


Las leonas al atardecer...


Lo más curioso del día fue que tuvimos que montar las tiendas en la zona destinada al aparcamiento de los coches, ya que la entrada con vehículos a la zona de camping nos fue tajantemente prohibida por el ranger de turno. Otra confirmación más de que la gente no suele viajar por su cuenta por aquí, y menos con tiendas en el techo.

La cena fue también "muy divertida", ya que oíamos los rugidos de leones cerca y hubo bastantes nervios en el ambiente, casi tantos como escarabajos dorados, nuestros inseparables compañeros nocturnos. La cena, a base de"baked beans" casi se convierte en una competición a ver quién se comía antes "gato por liebre" en su versión "escarabajo por bean".

Esa noche en las tiendas se respiraba tensión en el ambiente, y más de uno escuchó animales rondando los coches. Al menos dormíamos en altura. El resto de usuarios del camping, incluidos algunos de los españoles que nos encontramos por la tarde estaban durmiendo en tiendas en el suelo.

domingo, 6 de diciembre de 2009

Día 6 : El lago Victoria desde Musoma

Por primera vez nos hicimos los remolones y nos levantamos tarde, desayunando lentamente  y disfrutando del entorno. Estábamos muy cerca de la Oloololo gate, que teníamos a la vista, pero en el campsite éramos los únicos. Recuerdo que esa noche Javi fue el último en subir a la tienda, algo que le reprochamos con un


"Javi no te quedes solo abajo. ¡Sube ya!"


Además bajó de la tienda durante la noche a echar un chorrito y pude verlo a través de la mosquitera lateral de nuestra tienda, de espaldas, moviendo la luz de la frontal continuamente de izquierda a derecha, de arriba a abajo con el tintineo del líquido cayendo y  el silencio de la noche alrededor. Cuando terminó se inclinó a mirar algo junto a la rueda del coche y rápidamente se volvió a subir a su tienda.



Nuestros coches en Oloololo gate

Por la mañana le pregunté que había visto y me dijo que pensó que eran las heces de algún animal (de los que habíamos oído esa noche) pero que resultó ser una piedra. Alguno se reirá, pero me gustaría veros en la misma situación ... sin poder aguantar las ganas y haciéndolo a oscuras sin saber quién puede estar "ahí fuera". Menos mal que yo aguanto bien con mi estupenda próstata (jeje).


Como decía, esa mañana fue muy relajada. El día se planteaba como "de transición" ya que teníamos que pasar la frontera con Tanzania y no sabíamos cuánto tardaríamos y qué trámites tendríamos que hacer al llevar coches kenyatas. El desayuno se dilató bastante y aunque hubo reticencias creo que todos nos duchamos con agua fría en los baños. Yo incluso me afeité, y la verdad es que el "pasmo" nos sentó bien a todos. Nos dejó mucho más relajados y dió pie a sentarnos incluso un rato a disfrutar del paisaje y cortarnos las uñas. Mamé, que  tenía prohibida por prescripción médica su afición a comerse las uñas disfrutaba comentando que nunca las había tenido como entonces, y que por supuesto no se le pasaba por la mente cortárselas. Cuento todo esto para reflejar el ambiente distendido que disfrutamos esa mañana.


Más tarde que nunca nos pusimos en camino abandonando el Maasai Mara con un poco de pena, pero pensando en que nos esperaba el lago Victoria y después el Serengeti.





Al principio el camino era horrible. Lleno de barro y socavones por todos lados. Nos encontramos con dos chicos en un coche que también iba a Isibania. Estaban documentando las "carreteras" y aunque parecían contar con mapas y GPS estaban más perdidos que el barco del arroz. Les invitamos a seguirnos, pero creo que en alguno de los pasos de barro  que cruzamos ellos optaron por rechazar la invitación.  Después de haber cruzado el río Mara tantas veces y por sitios que es imposible relatar, nos atrevíamos con todo, pero se ve que los chicos tuvieron reticencias y dudas insalvables, así que los perdimos bastante pronto.

También paramos en un colegio junto a la carretera (Oloosinon Primary School) donde sólo queríamos hacer fotos, pero pronto apareción un profesor (quizás el director) que con una labia digna del mejor político nos invitó a visitar la escuela y realizar alguna aportación material o económica para los niños. Nos detalló el modelo escolar de Kenya y visitamos el aula de primaria y el resto de instalaciones del colegio.



El aula de primaria del colegio Oloosinon

Fue una llamada de atención sobre el valor que es necesario dar a la educación y a los recursos que se han de invertir en ella. No dudamos en aumentar nuestra aportación económica inicial antes de seguir nuestro camino como "turistas".



El patio del Oloosinon Primary School

Cuando llegamos a la frontera con Tanzania por Isibania nos asaltaron un par de chicas que resultaron ser intermediarias y que nos confundieron y complicaron un poco los trámites (a cambio de la correspondiente propina, por supuesto).  Sin comerlo ni beberlo nos cogieron la documentacion y nos llevaron de aquí para allá, rellenándonos los  formularios, pasando de una oficina a otra, de un funcionario a otro... vamos, un jaleo.Los trámites necesarios se podían resumir en :
  • Declarar la exportación temporal de los vehículos (y pagar las tasas correspondientes)
  • Sellar la salida del país en el pasaporte
pero lo cierto es que se nos hicieron eternos entre la intermediación de las chicas y el desconocimiento que teníamos del proceso. Además nos decían que nos faltaban los "LogBook" en la documentación de los coches. No teníamos ni idea de qué era eso y estuvimos explicando una y otra vez que eran de alquiler, que nos habían asegurado que llevábamos toda la documentación necesaria para cruzar la frontera (la tarjeta amarilla o "Yellow Card" del seguro sobre todo) y que no sabíamos ni qué era ni nada de nada sobre el famoso "LogBook". Ceo que Javi y más de uno se acordó de "George" y parte de su familia esa mañana. Al final nos anotaron en el formulario que no nos habían retenido el LogBook dichoso y pudimos terminar los trámites. Al volver a Nairobi George nos comentaría que olvidaron darnos los LogBook y que los habían enviado al puesto fronterizo de Isibania. ¡Manda cojones! Menos mal que nos dejaron pasar sin ellos.

Terminados los trámites tuvimos que pagar a las intermediarias después de un poquito de mal rollo con ellas. Pero no terminaba ahí el papeleo. Quedaba repetir prácticamente el mismo proceso en el lado tanzano de la frontera. Las chicas trataron de colarnos a otro intermediario tanzano que luego bautizaríamos como "el cojo mantecas", un personaje que nos acompañó sin nosotros quererlo a los trámites tanzanos, algo más enrevesados si cabe que los kenyatas, ya que había que acompañar fotocopias a los formularios que teníamos que hacer nosotros y pagar en dinero tanzano que todavía no teníamos. Vamos, que la declaración de importación temporal de los vehículos y el sellado de la entrada en Tanzania nos supuso otro buen rato y otros buenos dólares, siempre al compás de la cojera de nuestro inseparable "amigo" al que tuvimos que pagarle su propina correspondiente para que definitivamente se alejara de nuestro lado. Como diría el Nashman : "¡Qué pressing!".

Una vez pasada la eterna frontera pusimos rumbo al sur. Paramos  en un pueblo a rellenar provisiones y comprar tarjetas telefónicas tanzanas (Zain). Allí Fede ejerció de farmacéutico con la muchacha que nos había indicado donde comprar algunas cosas. Ella decía sentirse mal y mareada, así que Fede le dió Paracetamol. Javi diagnosticó por su cuenta un embarazo, que todos calificamos como altamente probable. También tuvimos que reparar sobre la marcha un embellecedor de la puerta trasera derecha del Landcruiser que se estaba descolgando. Con un alambre de Mamé solventamos temporalmente el incidente.

Y de nuevo en camino por carretera asfaltada hacia Musoma, nuestro punto de contacto con el lago Victoria, una extensión de agua verdaderamente impresionante en medio de África. El camino fue medianamente agradable. Cada vez que cruzas un pueblo te obligan a reducir la velocidad y  no hace falta poner señales. Te colocan unos badenes en el camino de los que raramente avisan, y tras el primer salto, paseo por las nubes y caída triunfal con todo el cacharreo del maletero, te pones las pilas, los detectas con ojo de halcón y aprendes a frenar en milésimas de segundo.

Musoma es una ciudad atestada de gente en todas sus calles, andando y en bici sobre todo. Se ven poquísimos coches y el movimiento de la ciudad es digno de ver. Conseguimos llegar a un cajero y sacar dinero tanzano. Preguntamos en un hotel por curiosidad, pero los precios eran altos y preferíamos seguir con nuestro modo de vida itinerante sin separarnos de los coches, así que preguntamos y buscamos campsites en la ciudad. Al final llegamos a uno junto a una zona de playa a orillas del lago Victoria: "Tembo Beach campsite" creo recordar. Allí , en una terracita a orillas del lago Victoria, dimos cuenta de unas cervezas Kilimanjaro que trajeron el viaje de 2003 a la memoria, cuando subimos a la montaña más alta de África.

Disfrutando del momento de relax vimos a una chica en una mesa contigua que charlaba con un chico. La chica era de baja estatura, tez morena y rasgos exquisitamente dulces. Tuve el honor de ser el emisario "no forzado" del grupo para preguntarle dónde podíamos cenar esa noche. Gracias a ello sentí la mirada penetrante, casi hipnotizadora de sus ojos oscuros y descubrí que se llamaba Sara y era alemana. Sí, sí, habéis oído bien..." a l e m a n a ". Todo se aclaró cuando me dijo que su madre era iraní ,que ella era médico y que estaba en Musoma ayudando en el hospital local en una "misión" digamos que religiosa. Me presentó a un chico de dicha misión que nos recomendó cenar allí mismo en el bar-restaurante del campsite.
Demasiadas dotes tenía la chica de persuasión, pero todos conocéis mis pocas motivaciones religiosas.
En fin, que decidimos cenar allí esa noche, aunque la cena fue regular: pescado con patatas fritas y pollo frito bien reseco con arroz. Las cervezas calmaron las pegas y de ahí a la cama sólo había unos pasos y unos escalones. .


Con el lago Victoria al fondo.

sábado, 5 de diciembre de 2009

Día 5 : El último día en Maasai Mara

No nos levantamos muy temprano y tras acercarnos a Talek a comprar más indispensables entramos de nuevo legalmente en Maasai Mara por Talek gate. Hubo que pagar, así que ajo y agua. Además la idea era llegar hasta Oloololo gate, lo cual suponía pasar a otra zona del parque, TrasMaara, donde era probable que tuviésemos que volver a pagar, al estar gestionada de forma independiente. Nuestra única salvación era decir que íbamos de paso para salir, es decir, que no íbamos a entretenernos en "game viewing", cosa que obviamente era difícil de asegurar y por supuesto mentira.
La ruta suponía bajar al sur, hasta prácticamente la frontera con Tanzania, a South River Bridge, donde se entraba al TrasMaara, y de allí hasta Oloolo gate


El día fue espectacular en todos los sentidos. Para empezar nos encontramos a dos guepardos que acababan de cazar una gacela y estaban empezando el banquete. Los encontramos por casualidad y por nuestros propios medios, así que estuvimos un buen rato disfrutando del espectáculo. Creo que todos hemos calificado este momento como el mejor del viaje. Mientras un guepardo (cheetah) vigilaba el otro se ponía las botas. Hubo un momento en que "el vigilante" se puso a la sombra del LandRover tumbándose junto a la puerta delantera del conductor. Asomados por la ventanilla, la distancia de separación no pasaba de un metro. ¿Se puede pedir más?


Uno de los guepardos en pleno banquete

 
El vigilante

Después equivocamos un poco la ruta adentrándonos en pequeños bosques y claros donde vimos jirafas, elefantes, más gacelas, hipopótamos ... hasta que dimos con el río Mara totalmente infranqueable y decidimos volver atrás tras confirmar con un lugareño que estábamos en el camino equivocado. De regreso sobre nuestros pasos, pasamos de nuevo por el lugar donde vimos a los guepardos, y pudimos comprobar con nuestros  propios ojos, que pasadas tan sólo 2 horas, la desafortunada gacela, aparte de haber sido movida de sitio había quedado reducida a huesos (salvo la cabeza). El juego de la vida es duro e implacable.



Una jirafita sentadita, una estampa poco frecuente.

Continuamos hacia South Maara Bridge donde hicimos una parada para que personal militar allí apostado nos acompañara por el margen del río a ver hipopótamos y cocodrilos. Tras la correspondiente propina pasamos por la caja del TrasMaara con suerte, ya que nos dejaron seguir el camino hacia Oloololo sin mayores complicaciones.

Desde allí enfilamos camino hacia el norte y llegamos al Mara Serena Lodge, un paraíso para ricos en medio del parque, donde dimos cuenta de una cervezas bien frías y más de uno pensó en regresar con compañía femenina.



La piscina del Mara Serena Lodge

 
Mamé dando cuenta de una cerveza en el Lodge

De nuevo en camino hacia Oloololo nos cayó un chaparrón intenso mientras observábamos a unos elefantes rebozándose en el barro ante nuestra presencia y la de algunos kudus. Otra estampa para el recuerdo.


 
 Elefantes y (lesser) kudus bajo la lluvia

El paisaje, entre la lluvia, las nubes, la caída de la tarde y las montañas del Mara Scarpment, era cada vez más impresionante. El remate fue llegar a Oloololo gate y descubrir que el campsite que nos asignaban estaba en mitad de todo y nada, rodeado por jirafas, cebras y otros tantos "animalitos". La noche prometía.


Fuimos a cenar a un lodge cercano fuera del parque, donde conocimos a un chileno llamado Pablo, que había venido por trabajo y estaba alojado en el lodge. La cena nos salió barata gracias a una negociación casi involuntaria de Alberto y además compartimos mesa con Pablo, disfrutamos de un espectáculo Maasai y por supuesto comimos decentemente. Durante la comida surgieron dos frases para la historia que Pablo dijo respecto a la cámara de fotos de Mamé:

  - ¿Te compraste la camarita? ... Va bien la bocatería ...

Dice Mamé que no le sentó mal la frase, pero lo cierto es que le soltó un  "después de 22 años en la hostelería ..." que sonaba a lo contario.



Con el chileno Pablo en la barra del Lodge donde cenamos

Sea como fuere, la cena y el campsite fueron el colofón perfecto para un día redondo. Nos acostamos sin pretensiones de levantarnos temprano al día siguiente, que ya era hora de relajarse un poco con los madrugones. Esa noche soñé con los guepardos ...


 
Si os fijáis bien en el ojo se refleja nuestro coche

viernes, 4 de diciembre de 2009

Día 4 : De safari "extraoficial" por Maasai Mara

Tocaba levantarse temprano de nuevo porque habíamos quedado con nuestros anfitriones a las 6:30. Costó un poco pero enseguida estábamos desayunando y aparecía Jon vestido de Maasai.
La idea era pasar la mañana con Jon e ir por el norte del parque a ver escenas de caza, algo muy complicado pero que Jon nos aseguró que veríamos. Después volveríamos al campsite y nos iríamos por nuestra cuenta hacia Oloololo gate entrando de nuevo por Talek gate al parque.
Lo que no sabíamos es que esa mañana íbamos a estar dentro del parque, aunque el GPS me lo indicaba en todo momento. Digamos que estuvimos haciendo un safari "extraoficial".



A pesar de todo disfrutamos de la mañana y pudimos ver una leona con 3 leoncitos y luego otros 2 leones descansando, uno de ellos bastante magullado, pero de escenas de caza nada de nada. Sólo vimos un hipopótamo muerto en el río del que estaban dando buena cuenta unos marabúes (y el bicho llevaría ya un par de días allí casi seguro). Eso sí, pusimos a prueba nuestras dotes de conducción 4x4, bastante malas en mi caso por cierto.


Unos leoncitos



Mirando de cerca a los angelitos

Por la tarde cambiamos el plan inicial confundidos en gran parte por las charlas que, entre todos y cada uno por su cuenta, mantuvimos con Jon. Él nos aseguró que nos llevaría a Oloololo por el norte, sin entrar en el parque, se quedaría con nosotros a dormir y se volvería al día siguiente en matatu. La decisión se tomó además alentados por la promesa de que veríamos rinocerontes de camino, ya que Jon sabía donde buscarlos. Antes de ponernos en marcha compramos por 30 euros un "excelente" cable que nos serviría para poder sacarnos de más de un apuro. Y por supuesto nos tomamos nuestras primeras cervezas realmente frías en un bar de Talek. Todo eso ocurrió después de respostar en una estación de servicio " a la antigua", donde el combustible te lo echaban desde garrafas de 25 litros. También pudimos disfrutar de un paseo por el mercado maasai de Talek donde compramos unas sandalias hechas de neumáticos viejos y Mamé hizo fotos a gusto.



Javi regalando globos a unos chiquillos

Nos entretuvimos demasiado, tienes toda la razón Javi, pero mereció la pena la "previa", ya que la ruta resultó ser un pequeño fiasco. O no entendimos bien a Jon o él no quiso que le entendiéramos.
A mitad de camino Javi empezó a preguntar por los "rinos" y Jon decía que por allí no había, que para eso había que entrar al parque y que no había tiempo después para llegar a Oloololo con luz, que si patatín, que si patatán. Un poquito de mal rollo la verdad. Decidimos sobre la marcha ir a ver rinos y volvernos de nuevo a Talek, bastante descontentos. Y después de todo ni vimos rinos ni nada de nada. Parecía que había sido todo orquestado por Jon para hacernos pasar de nuevo la noche en su campsite. Y lo consiguió, además de enfadar a Javi, el "chico malo" del grupo.


  Pusimos los coches finos de barro


A pesar de todo no lo pasamos nada mal, porque tuvimos que pasar varios ríos poniendo al límite los coches y nuestros nervios. En uno de los "pasos" hasta tuvimos un león haciéndonos compañía en una orilla y nos dió un buen susto a todos. Llegamos "in extremis" al campsite porque Jon, tras meternos al parque cruzando ríos de forma  no legal, pretendía hacernos salir del parque legalmente por la puerta de Talek. No sé si se inventó que teníamos un pase de 2 días o quiso inventárselo, pero eso nos obligó a recruzar de nuevo los ríos con el sol bajando por el horizonte y cruzando los dedos para no "quedarnos". Un poco estresante, pero nada que no se pudiese arreglar con otra cena de Mamé entre escarabajos dorados (aunque menos que el día anterior, todo sea dicho).


Nos fuimos a la cama con la firme intención de llegar hasta Oloololo el día siguiente a través del parque, pagando lo que hoy nos habíamos ahorrado.

jueves, 3 de diciembre de 2009

Día 3 : De Sekenani a Talek (Maasai Mara)

En nuestro primer "game viewing"  nos encontramos con un Maasai Mara verde y frondoso. Fue un día de novedades para muchos de nosotros. Vimos los primeros elefantes, leones, hienas, cebras y las omnipresentes gacelas.


Unos leones descansando tras haber comido (supuestamente)


Nuestros primeros elefantes (y muy cerca)

Las indiferentes hienas

Fue un día intenso en el que recorrimos una buena parte del Maasai Mara hasta salir temporalmente del mismo por Talek gate. A media mañana tomamos un sandwich bastante completito (cuidadosamente preparado por Mamé) acompañado de unas cervezas "frescas" y nuestra amiga diaria: la pastilla de Malarone contra la malaria. Hasta la cena nada más, como sería norma habitual a partir de entonces. También tuvimos algo de lluvia y las primeras sesiones de patinaje artístico con el Landcruiser, que para nada estaba preparado para el barro. Nos quedamos atascados por primera vez y aunque conseguimos salir (no sin esfuerzo) empezamos a ver como "muy necesario" hacernos con una cuerda o cable para poder hacer frente a esas situaciones, porque con un trompo, un atasco y varios bailes ... teníamos suficiente.



Al salir del parque por Talek gate buscamos un campsite y llegamos hasta el "Crocodile campsite" donde Jon and James nos recibieron y acogieron estupendamente, encargándose incluso de montarnos un fuego de campaña y mantenerlo vivo gran parte de la noche. Cenamos junto a nuestros primeros acompañantes voladores (unos pequeños y ubicuos escarabajos dorados que se lanzaban contra nuestros cuerpos e incluso se metían entre la ropa) en una de las zonas de cocina con que contaba el campsite.
Después, más cervecitas en el bar mientras continuabamos la partida de cartas del día anterior. No pudimos terminarla porque vino una chica alojada en el campsite que nos pidió amablemente que abandonaramos la partida cuanto antes, ya que estaba acampada junto al generador eléctrico que producía mucho ruido y quería acostarse temprano.



Acampados junto al río

Fuimos amables y tras pagar nuestras deudas nos retiramos para irnos a nuestra zona de campaña. Allí echamos "la última" escuchando los rugidos y bufidos, al otro lado del río, de un leopardo. Nos acompañaban Jon y James, que se ofrecieron a llevarnos de "game viewing" la mañana siguiente para ver animales cazando.
Con esa ilusión nos fuimos a dormir ... tras echar el pis de turno junto al río, porque la verdad, del retrete mejor ni hablamos, ¿verdad Fede?

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Día 2 : Entrando al Maasai Mara por Sekenani

Mamé nos deleitó en el primer desayuno con un estupendo "perico" que nos puso las pilas a todos.  No todos los desayunos serían igual que éste (la excepción que confirma la regla dicen).
El objetivo inicial del día era sacar dinero en efectivo, ya que gastamos prácticamente todo el que teníamos en el alquiler de los coches. Habíamos planeado pagar con tarjeta y reservar dólares para entrar en los parques, pero el "simpático" George nos lió bien liados con impuestos y comisiones y al final, tras la negociación de Javi optamos por pagar en efectivo. Deberíamos haber pagado con tarjeta, pero ya daba igual.
Nos dirigimos hacia el pueblo de Naivasha donde sacamos Tsh del cajero para luego cambiar parte a dólares. Una operación que al final se reveló innecesaria (en los parques se podía pagar en Ksh, chelines kenyatas, e incluso con tarjeta) pero que tomamos por precaución, siguiendo las recomendaciones que había leído Alberto.
Y después de la sesión de bancos emprendimos la ruta hacia nuestro primer objetivo : "Maasai Mara".


El camino no fue precisamente de rosas. Era largo y confirmaba que las "carreteras" no iban a ser como las que habíamos tenido hasta entonces. Teníamos que echar más combustible a los coches y comprar una segunda bombona de gas (que al final sobró), así que hicimos parada en Narok, donde inauguramos la temporada de caza y captura de cervezas frías (frescas o templadas es la norma por allí ya que no todas las tiendas tienen nevera). Como no encontramos nada, a la salida del mismo Narok, a pie de carretera, vimos un bar y allí que nos paramos a por las cervezas, y al final nos quedamos a comer algunos platos típicos en un bar repleto de gente de la zona. Probamos el ugali y carne de pollo junto a otras opciones no demasiado atrevidas (el nyoma choma lo dejamos para otra ocasión).


Comida en Narok

Fue en este sitio donde empezamos a notar que nuestros coches hacían furor. Un empleado (a lo mejor era el dueño) estuvo charlando fuera con Alberto y Mamé  sobre ellos. Y allí empezamos a descubrir la hospitalidad kenyata: el mismo empleado tras enterarse de nuestra ruta e intenciones nos animó a volver al bar.
Tras la comida continuamos el camino hacia el Maasai Mara. El camino empeoraba por momentos, pero eso iba a ser lo habitual. Llegamos medianamente tarde a las proximidades de "Sekenani gate", así que decidimos quedarnos a dormir fuera del parque, en un campsite llamado "Mara Springs". En esta época amanece sobre las 6 de la mañana y oscurece sobre las 6 de la tarde, así que el plan era adaptarse a las horas de luz que son las que permiten en todos los parques para ir de safari o "game view" (ver el juego de la vida).
En el campsite montamos las tiendas y Mamé preparó unos espaguetis que compartimos con el maasai y otro personaje que nos harían de vigilantes esa noche frente a la "fauna salvaje".



El campamento en Mara Springs

Allí descubrimos que esta gente no dice que no a nada. Ofrezcas lo que ofrezcas lo aceptan. Que se lo digan a Mamé, que le ofreció un cigarrillo al vigilante y éste lo aceptó sin dudarlo un instante (tendríais que haberlo visto fumar).
Tras la cena y la primera ducha en lugares peligrosos (¡¡ pero con agua caliente !!) nos fuimos al bar del campsite, donde nos bajamos otras cervezas mientras iniciamos las partidas de pocha (a Mamé no le convencía el juego pero la cosa cambiaría) con la baraja francesa que terminamos comprando a la señora del bar, la cual, con cara de alucinada nos pedía que pusiéramos nosotros el precio.

Mañana había que madrugar, así que "un pis y a la cama que es tierra llana" (bueno, quizás algo inclinada en este caso)

Día 1 : De Nairobi al lago Naivasha

Después de que Javi se rebautizara como "el negociador", haciendo de malo y regateando con el "impresentable" George de la empresa de alquiler de los coches, pudimos comprar los primeros víveres tras cambiar junto al "City Market" nuestros primeros dólares a chelines kenyatas (Ksh).


Esperando los coches en el Sarova Panafric Hotel de Nairobi

 Con un LandRover Defender KAR-806H "megatuneado" y un Toyota Landcruiser KBK-120A automático (al que costó acostumbrarse) nos pusimos demasiado tarde en camino y hubo que cambiar la ruta inicial prevista. No quedaba tiempo para llegar ni al lago Nakuru ni al Maasai Mara, así que caminito hacia el lago Naivasha.



Llegamos bastante tarde al Connelley's campsite, donde abrimos las tiendas y después cenamos en el bar un plato de carne y verdura sobre una especie de pan de pita. Allí probamos nuestras primeras Tusker, la cerveza más famosa del país.


La primera cena, en Connelley's campsite

 Tras un osado paseo nocturno al lago, cruzando una valla baja electrificada, y sentir como el suelo temblaba bajo nuestros pies, decidimos dejar de hacernos los valientes y dormir poco y mal en nuestra primera noche en las tiendas aéreas.



Echo de menos ...

... despertarme dentro de una tienda encima del techo de un coche, alentado por las voces de Javi o Fede.
... ver a gente andando a todos y por todos lados, o en bici, por caminos de tierra, polvorientos, embarrados, encharcados y sólo a veces asfaltados. Y ver pocos coches
... ser los únicos que vamos en un coche con las tiendas en el techo.
... desayunar agua caliente con polvos de café y un chorrito de leche, acompañado por un par de galletas, y no comer ni beber nada excepto cerveza y cacahuetes hasta la cena.
... salir por el techo solar y sentarme encima del coche con los brazos abiertos mirando a mi alrededor.
... perder la mirada por todo el horizonte sin ser capaz de ver artificio alguno.
... mirar a través de unos prismáticos y sentir que estoy al lado de un león, una jirafa, un elefante ...
... tratar de enfocar mi vista miope a través del objetivo de la cámara de Mamé para grabar de forma borrosa lo que a través de los prismáticos veo estupendamente.
... ducharme y hacer mis necesidades tratando de no pensar en el lugar en dónde lo estoy haciendo.
... beber cerveza y de vez en cuando agua.
... rascar tarjetas prepago de Zain y Orange para que "ellas" duerman tranquilas.
... no tomar pastillas para dormir y tener que aguantar los ronquidos del personal.
... jugar a las cartas con una baraja francesa comprada en un campsite del Maasai Mara, a un juego español (la pocha) en cualquier sitio, sintiendo la mirada perpleja de la gente en las rondas "indias".
... las cenas exquisitas de Mamé, las cervezas frescas y las patatas "diesel".
... los ruidos nocturnos y las preguntas : ¿qué ha sido eso? o ¿quién ha sido?
... y por supuesto ... ¡ÁFRICA!

Sentimos mucho no haber podido escribir nada durante el viaje. Internet quedaba muy lejos física y económicamente. Pero no os quedaréis sin vuestra ración de fotos ... continuará!