sábado, 5 de diciembre de 2009

Día 5 : El último día en Maasai Mara

No nos levantamos muy temprano y tras acercarnos a Talek a comprar más indispensables entramos de nuevo legalmente en Maasai Mara por Talek gate. Hubo que pagar, así que ajo y agua. Además la idea era llegar hasta Oloololo gate, lo cual suponía pasar a otra zona del parque, TrasMaara, donde era probable que tuviésemos que volver a pagar, al estar gestionada de forma independiente. Nuestra única salvación era decir que íbamos de paso para salir, es decir, que no íbamos a entretenernos en "game viewing", cosa que obviamente era difícil de asegurar y por supuesto mentira.
La ruta suponía bajar al sur, hasta prácticamente la frontera con Tanzania, a South River Bridge, donde se entraba al TrasMaara, y de allí hasta Oloolo gate


El día fue espectacular en todos los sentidos. Para empezar nos encontramos a dos guepardos que acababan de cazar una gacela y estaban empezando el banquete. Los encontramos por casualidad y por nuestros propios medios, así que estuvimos un buen rato disfrutando del espectáculo. Creo que todos hemos calificado este momento como el mejor del viaje. Mientras un guepardo (cheetah) vigilaba el otro se ponía las botas. Hubo un momento en que "el vigilante" se puso a la sombra del LandRover tumbándose junto a la puerta delantera del conductor. Asomados por la ventanilla, la distancia de separación no pasaba de un metro. ¿Se puede pedir más?


Uno de los guepardos en pleno banquete

 
El vigilante

Después equivocamos un poco la ruta adentrándonos en pequeños bosques y claros donde vimos jirafas, elefantes, más gacelas, hipopótamos ... hasta que dimos con el río Mara totalmente infranqueable y decidimos volver atrás tras confirmar con un lugareño que estábamos en el camino equivocado. De regreso sobre nuestros pasos, pasamos de nuevo por el lugar donde vimos a los guepardos, y pudimos comprobar con nuestros  propios ojos, que pasadas tan sólo 2 horas, la desafortunada gacela, aparte de haber sido movida de sitio había quedado reducida a huesos (salvo la cabeza). El juego de la vida es duro e implacable.



Una jirafita sentadita, una estampa poco frecuente.

Continuamos hacia South Maara Bridge donde hicimos una parada para que personal militar allí apostado nos acompañara por el margen del río a ver hipopótamos y cocodrilos. Tras la correspondiente propina pasamos por la caja del TrasMaara con suerte, ya que nos dejaron seguir el camino hacia Oloololo sin mayores complicaciones.

Desde allí enfilamos camino hacia el norte y llegamos al Mara Serena Lodge, un paraíso para ricos en medio del parque, donde dimos cuenta de una cervezas bien frías y más de uno pensó en regresar con compañía femenina.



La piscina del Mara Serena Lodge

 
Mamé dando cuenta de una cerveza en el Lodge

De nuevo en camino hacia Oloololo nos cayó un chaparrón intenso mientras observábamos a unos elefantes rebozándose en el barro ante nuestra presencia y la de algunos kudus. Otra estampa para el recuerdo.


 
 Elefantes y (lesser) kudus bajo la lluvia

El paisaje, entre la lluvia, las nubes, la caída de la tarde y las montañas del Mara Scarpment, era cada vez más impresionante. El remate fue llegar a Oloololo gate y descubrir que el campsite que nos asignaban estaba en mitad de todo y nada, rodeado por jirafas, cebras y otros tantos "animalitos". La noche prometía.


Fuimos a cenar a un lodge cercano fuera del parque, donde conocimos a un chileno llamado Pablo, que había venido por trabajo y estaba alojado en el lodge. La cena nos salió barata gracias a una negociación casi involuntaria de Alberto y además compartimos mesa con Pablo, disfrutamos de un espectáculo Maasai y por supuesto comimos decentemente. Durante la comida surgieron dos frases para la historia que Pablo dijo respecto a la cámara de fotos de Mamé:

  - ¿Te compraste la camarita? ... Va bien la bocatería ...

Dice Mamé que no le sentó mal la frase, pero lo cierto es que le soltó un  "después de 22 años en la hostelería ..." que sonaba a lo contario.



Con el chileno Pablo en la barra del Lodge donde cenamos

Sea como fuere, la cena y el campsite fueron el colofón perfecto para un día redondo. Nos acostamos sin pretensiones de levantarnos temprano al día siguiente, que ya era hora de relajarse un poco con los madrugones. Esa noche soñé con los guepardos ...


 
Si os fijáis bien en el ojo se refleja nuestro coche

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