domingo, 6 de diciembre de 2009

Día 6 : El lago Victoria desde Musoma

Por primera vez nos hicimos los remolones y nos levantamos tarde, desayunando lentamente  y disfrutando del entorno. Estábamos muy cerca de la Oloololo gate, que teníamos a la vista, pero en el campsite éramos los únicos. Recuerdo que esa noche Javi fue el último en subir a la tienda, algo que le reprochamos con un


"Javi no te quedes solo abajo. ¡Sube ya!"


Además bajó de la tienda durante la noche a echar un chorrito y pude verlo a través de la mosquitera lateral de nuestra tienda, de espaldas, moviendo la luz de la frontal continuamente de izquierda a derecha, de arriba a abajo con el tintineo del líquido cayendo y  el silencio de la noche alrededor. Cuando terminó se inclinó a mirar algo junto a la rueda del coche y rápidamente se volvió a subir a su tienda.



Nuestros coches en Oloololo gate

Por la mañana le pregunté que había visto y me dijo que pensó que eran las heces de algún animal (de los que habíamos oído esa noche) pero que resultó ser una piedra. Alguno se reirá, pero me gustaría veros en la misma situación ... sin poder aguantar las ganas y haciéndolo a oscuras sin saber quién puede estar "ahí fuera". Menos mal que yo aguanto bien con mi estupenda próstata (jeje).


Como decía, esa mañana fue muy relajada. El día se planteaba como "de transición" ya que teníamos que pasar la frontera con Tanzania y no sabíamos cuánto tardaríamos y qué trámites tendríamos que hacer al llevar coches kenyatas. El desayuno se dilató bastante y aunque hubo reticencias creo que todos nos duchamos con agua fría en los baños. Yo incluso me afeité, y la verdad es que el "pasmo" nos sentó bien a todos. Nos dejó mucho más relajados y dió pie a sentarnos incluso un rato a disfrutar del paisaje y cortarnos las uñas. Mamé, que  tenía prohibida por prescripción médica su afición a comerse las uñas disfrutaba comentando que nunca las había tenido como entonces, y que por supuesto no se le pasaba por la mente cortárselas. Cuento todo esto para reflejar el ambiente distendido que disfrutamos esa mañana.


Más tarde que nunca nos pusimos en camino abandonando el Maasai Mara con un poco de pena, pero pensando en que nos esperaba el lago Victoria y después el Serengeti.





Al principio el camino era horrible. Lleno de barro y socavones por todos lados. Nos encontramos con dos chicos en un coche que también iba a Isibania. Estaban documentando las "carreteras" y aunque parecían contar con mapas y GPS estaban más perdidos que el barco del arroz. Les invitamos a seguirnos, pero creo que en alguno de los pasos de barro  que cruzamos ellos optaron por rechazar la invitación.  Después de haber cruzado el río Mara tantas veces y por sitios que es imposible relatar, nos atrevíamos con todo, pero se ve que los chicos tuvieron reticencias y dudas insalvables, así que los perdimos bastante pronto.

También paramos en un colegio junto a la carretera (Oloosinon Primary School) donde sólo queríamos hacer fotos, pero pronto apareción un profesor (quizás el director) que con una labia digna del mejor político nos invitó a visitar la escuela y realizar alguna aportación material o económica para los niños. Nos detalló el modelo escolar de Kenya y visitamos el aula de primaria y el resto de instalaciones del colegio.



El aula de primaria del colegio Oloosinon

Fue una llamada de atención sobre el valor que es necesario dar a la educación y a los recursos que se han de invertir en ella. No dudamos en aumentar nuestra aportación económica inicial antes de seguir nuestro camino como "turistas".



El patio del Oloosinon Primary School

Cuando llegamos a la frontera con Tanzania por Isibania nos asaltaron un par de chicas que resultaron ser intermediarias y que nos confundieron y complicaron un poco los trámites (a cambio de la correspondiente propina, por supuesto).  Sin comerlo ni beberlo nos cogieron la documentacion y nos llevaron de aquí para allá, rellenándonos los  formularios, pasando de una oficina a otra, de un funcionario a otro... vamos, un jaleo.Los trámites necesarios se podían resumir en :
  • Declarar la exportación temporal de los vehículos (y pagar las tasas correspondientes)
  • Sellar la salida del país en el pasaporte
pero lo cierto es que se nos hicieron eternos entre la intermediación de las chicas y el desconocimiento que teníamos del proceso. Además nos decían que nos faltaban los "LogBook" en la documentación de los coches. No teníamos ni idea de qué era eso y estuvimos explicando una y otra vez que eran de alquiler, que nos habían asegurado que llevábamos toda la documentación necesaria para cruzar la frontera (la tarjeta amarilla o "Yellow Card" del seguro sobre todo) y que no sabíamos ni qué era ni nada de nada sobre el famoso "LogBook". Ceo que Javi y más de uno se acordó de "George" y parte de su familia esa mañana. Al final nos anotaron en el formulario que no nos habían retenido el LogBook dichoso y pudimos terminar los trámites. Al volver a Nairobi George nos comentaría que olvidaron darnos los LogBook y que los habían enviado al puesto fronterizo de Isibania. ¡Manda cojones! Menos mal que nos dejaron pasar sin ellos.

Terminados los trámites tuvimos que pagar a las intermediarias después de un poquito de mal rollo con ellas. Pero no terminaba ahí el papeleo. Quedaba repetir prácticamente el mismo proceso en el lado tanzano de la frontera. Las chicas trataron de colarnos a otro intermediario tanzano que luego bautizaríamos como "el cojo mantecas", un personaje que nos acompañó sin nosotros quererlo a los trámites tanzanos, algo más enrevesados si cabe que los kenyatas, ya que había que acompañar fotocopias a los formularios que teníamos que hacer nosotros y pagar en dinero tanzano que todavía no teníamos. Vamos, que la declaración de importación temporal de los vehículos y el sellado de la entrada en Tanzania nos supuso otro buen rato y otros buenos dólares, siempre al compás de la cojera de nuestro inseparable "amigo" al que tuvimos que pagarle su propina correspondiente para que definitivamente se alejara de nuestro lado. Como diría el Nashman : "¡Qué pressing!".

Una vez pasada la eterna frontera pusimos rumbo al sur. Paramos  en un pueblo a rellenar provisiones y comprar tarjetas telefónicas tanzanas (Zain). Allí Fede ejerció de farmacéutico con la muchacha que nos había indicado donde comprar algunas cosas. Ella decía sentirse mal y mareada, así que Fede le dió Paracetamol. Javi diagnosticó por su cuenta un embarazo, que todos calificamos como altamente probable. También tuvimos que reparar sobre la marcha un embellecedor de la puerta trasera derecha del Landcruiser que se estaba descolgando. Con un alambre de Mamé solventamos temporalmente el incidente.

Y de nuevo en camino por carretera asfaltada hacia Musoma, nuestro punto de contacto con el lago Victoria, una extensión de agua verdaderamente impresionante en medio de África. El camino fue medianamente agradable. Cada vez que cruzas un pueblo te obligan a reducir la velocidad y  no hace falta poner señales. Te colocan unos badenes en el camino de los que raramente avisan, y tras el primer salto, paseo por las nubes y caída triunfal con todo el cacharreo del maletero, te pones las pilas, los detectas con ojo de halcón y aprendes a frenar en milésimas de segundo.

Musoma es una ciudad atestada de gente en todas sus calles, andando y en bici sobre todo. Se ven poquísimos coches y el movimiento de la ciudad es digno de ver. Conseguimos llegar a un cajero y sacar dinero tanzano. Preguntamos en un hotel por curiosidad, pero los precios eran altos y preferíamos seguir con nuestro modo de vida itinerante sin separarnos de los coches, así que preguntamos y buscamos campsites en la ciudad. Al final llegamos a uno junto a una zona de playa a orillas del lago Victoria: "Tembo Beach campsite" creo recordar. Allí , en una terracita a orillas del lago Victoria, dimos cuenta de unas cervezas Kilimanjaro que trajeron el viaje de 2003 a la memoria, cuando subimos a la montaña más alta de África.

Disfrutando del momento de relax vimos a una chica en una mesa contigua que charlaba con un chico. La chica era de baja estatura, tez morena y rasgos exquisitamente dulces. Tuve el honor de ser el emisario "no forzado" del grupo para preguntarle dónde podíamos cenar esa noche. Gracias a ello sentí la mirada penetrante, casi hipnotizadora de sus ojos oscuros y descubrí que se llamaba Sara y era alemana. Sí, sí, habéis oído bien..." a l e m a n a ". Todo se aclaró cuando me dijo que su madre era iraní ,que ella era médico y que estaba en Musoma ayudando en el hospital local en una "misión" digamos que religiosa. Me presentó a un chico de dicha misión que nos recomendó cenar allí mismo en el bar-restaurante del campsite.
Demasiadas dotes tenía la chica de persuasión, pero todos conocéis mis pocas motivaciones religiosas.
En fin, que decidimos cenar allí esa noche, aunque la cena fue regular: pescado con patatas fritas y pollo frito bien reseco con arroz. Las cervezas calmaron las pegas y de ahí a la cama sólo había unos pasos y unos escalones. .


Con el lago Victoria al fondo.

2 comentarios:

  1. Está fenomenal, pero necesitaba fotos, más fotos! Así que me he pasado por el álbum del Sr. Salvaje. Qué chulada! De alucinar. Los leones al lado, los cheetas, las hienas, los chacales, los ñues a puñaos, las txikijirafas, el peazo de elefante, búfalos!, el paisaje, esa cebra en medio, esa jirafa en medio, las acacias, inmesas praderas (qué verde está ya), los crios, el cole... los coches perdiéndose en medio del espejismo... Qué colores! Qué cosas! Hay fotos del carajo, chicos. No quiero ni imaginarme las experiencias que guardan.

    Y los vehículos tienen una pinta de la leche, sobre todo el Defender, pero no le daba yo al Cruiser tan pocos puntos. A mi que me pongan un Hilux, que ese ya sé como va. Y socabones los de nuestra vuelta de Swakopmund a Windhoek, por lo mismo ;) Pero vamos que no le hago ascos a 'Nuevas Sensaciones'.

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  2. Te echamos de menos Mr Flix, te pusimos falta a ti y al Kavra. Por cierto, que ya estamos pensando en la próxima.

    El Sr. Salvaje

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