miércoles, 9 de diciembre de 2009

Día 8 : De Seronera a Lobo en el Serengeti

Arengados por Fede con su habitual "Chicos !!" la rutina matinal de levantarse, desayunar poco y mal, recoger las tiendas y ponernos en marcha empezaba a ser algo que éramos capaces de hacer casi con los ojos cerrados.


Esta mañana queríamos poner a prueba al Serengeti. Empezamos yendo donde ayer vimos al leopardo descansando en la rama de un árbol, pero obviamente no estaba ya. Después vagabundeamos los alrededores de Seronera sin mucho éxito. Al rondar el mediodía, cansados de no encontrar grandes cosas, seguimos el rastro de una buena multitud de coches aparcados. Estaban viendo lo que parecía ser una escena de caza protagonizada por un leopardo y una gacela. Cuando llegamos intuímos que el leopardo había atacado a la cría de la gacela, y ésta permanecía inmóvil, a cierta distancia del árbol donde estaba subido el leopardo, con la mirada clavada en un punto intermedio entre el leopardo y ella. Supusimos que estaría viendo a su cría, pero desde el lugar de observación que teníamos, bastante apartado, había demasiados obstáculos y tuvimos que recurrir a la imaginación.


Los binoculares : indispensables


Estuvimos allí un buen rato, incluso nos adelantamos al resto de coches para cambiar el punto de vista. Conseguimos ver mejor al leopardo, esperando un poco de acción, pero la gacela, tras un tiempo más que razonable, optó por abandonar, prudentemente la escena. Al decidir irnos de allí, tomé la iniciativa por un camino equivocado y quedé atascado con el Landcruiser en un charco de barro más profundo de lo que esperaba. Fede me avisó desde el Landrover que tenía metido el tubo de escape dentro del barro y que, aunque no pasaba nada, que mantuviera un poco el acelerador pisado. Ante la que supongo atenta mirada del resto de coches aparcados, salimos medianamente airosos del embrollo, gracias a las indicaciones expertas de Fede, que me repetía sin cesar que girase el volante de lado a lado para buscar tracción. Os aseguro que ante una situación medianamente tensa y sintiéndome observado por bastantes pares de ojos, te vuelves un poco duro de oído. De hecho, creo que Javi me estaría diciendo algo también, pero no recuerdo siquiera si lo estaba haciendo. Y que conste que tampoco llevábamos tantas cervezas encima. De hecho, salimos de allí y decidimos ir hasta el centro de visitantes de Seronera a ver si nos informábamos mejor de por dónde podríamos probar mejor suerte.


El leopardo esquivo


En el centro de visitantes cambiamos el agua a los canarios, compramos un par de botellas de vino, nos bajamos un par de cervecitas (digo "par de cervecitas" pero cada una era del tamaño "habitual" de medio litro) y charlamos con un ranger acerca de nuestras iniciales intenciones de ir hacia "Lobo", otro centro neurálgico del Serengeti situado al norte del parque. La respuesta fue contundente: él venía de allí y no había visto a nadie por el camino. En cuanto a ver animales tampoco nos dió muchas esperanzas. COn lo grande que es el Serengeti, ver tan pocos animales parecía ser nuestro sino. Comimos algo (unas patatas fritas, no vayáis a pensar mal) más que nada porque empezaron a llegar turistas de safari organizado llevando los típicos "lunch" de picnic en cajas de cartón que parecían de zapatos. Al olor de la comida aparecieron unos pimbis por allí, y pudimos comprobar lo "bien dotados" que están estos animales. La definición de "cola de impresión" tuvo aquí una nueva acepción.

Bajo un calor sofocante decidimos ponernos en marcha hacia "Lobo" más que nada porque al entrar al parque dijimos que iba a ser nuestro segundo campamento y porque ya que estábamos allí había que ir a verlo, aunque no tuviésemos buenas referencias del ranger.

El camino volvió a ser algo cansino al principio, parándonos cada poco porque nos separábamos mucho los dos coches. Pero hay que reconocer que vimos algunas estampas "impresionantes", empezando con la migración de ñús cruzando nuestro camino a la carrera como un interminable reguero de hormigas,y terminando con los tres guepardos que descansaban a la sombra de un árbol en medio de una estepa pelada y bajo una calina tremenda. Aquí el señor salvaje hizo de las suyas bajándose del coche para que los gatitos se movieran un poco.


Los guepardos en el camino a Lobo


La migración de ñus



Por fin nos acercábamos a Lobo. Tuvimos que subir a una pequeña zona montañosa donde fuimos encontrando un hotel perfectamente integrado en el paisaje y un pequeño conjunto civilizado donde hasta incluso se anunciaba un colegio de primaria. Pero ver no vimos ni un alma hasta que llegamos al campsite "Lobo 1" donde había un par de coches aparcados y de tiendas de campaña junto a la zona (siempre enjaulada) de cocina abarrotada de tiestos y víveres. Hablando con el cocinero (que sabía incluso un poco de español) y otros dos "asistentes" nos enteramos de que todo aquel tinglado era para "servir" a una pareja alemana supuestamente en viaje de luna de miel. A ellos los vimos después cuando salieron de la tienda para irse de safari, y pudimos comprobar que no eran demasiado habladores y que el plan de viaje que llevaban era totalmente "colonial". Sólo había que ver la mesa que tenían montada en la otra zona enjaulada destinada a "comedor", con su mantel, cubiertos y vajilla perfectamente dispuestos. A mí, personalmente, me pareció ridículo y totalmente fuera de lugar.

Sea como fuere, nosotros a lo nuestro. Sí, habéis acertado : cervezas. Pero gracias a Mamé también pudimos rellenar el hueco entre vientre y espalda con un sandwich completísimo y sabrosísimo (lo que hace el hambre ...). Todo ello sentaditos y/o tumbaditos en una suave ladera, a la sombra de unos pequeños árboles y viendo de bastante cerca búfalos y monos. A lo lejos, con la inseparable ayuda de los prismáticos, veíamos jirafas, elefantes y ñús.

Javi estuvo negociando la posibilidad de rellenar el depósito del Landcruiser con los "asistencias" de la pareja alemana, pero pedían una barbaridad por litro (2500 Tsh cuando lo normal estaba en 1400Tsh). Tras un breve descanso decidimos irnos de "game viewing" hacia el este, bajando la ladera que teníamos a la vista. Para no gastar combustible del Landcruiser innecesariamente (parecía que repostar allí no iba a ser recomendable) nos fuimos todos en el Landrover. La tarde resultó ser de nuevo infructuosa. Sólo vimos vegetación y por reseñar algo unos marabúes dando cuenta de un ñú "bastante" muerto. Hartos de buscar nos dimos la vuelta y probamos hacia el oeste. Vimos unos pimbis correteando en grupo y ya de vuelta hacia el campsite enmendamos algo la tarde con unos elefantes que se estaban merendando unos árboles. Fue de lo mejor (o al menos reseñable) del día, sobre todo por la luz que la caída de la tarde daba al panorama.


Los marabúes merendando


De vuelta en el campsite tratamos de localizar al ranger para consultarle la posibilidad de meter los coches en la zona de camping, cosa que sabíamos estaba prohibida, pero es que esta vez el"parking" era prácticamente inexistente y estaba muy inclinado. No conseguimos localizarlo pero apareció poco después con aparentemente alguna copa de más. Tras conversar con él, se hizo novio de Alberto (tendríais que ver la cara que se nos quedó a Mamé y a mi cuando les seguíamos y vimos que iban cogidos de la mano) y nos autorizó a meter los coches en la zona de camping. La relación fue todo un flechazo porque nos ofreció combustible a un precio que nos dejó helados : 1300 Tsh (casi más barato de lo que considerabamos normal).

Todo esto ocurrió después del incidente de los cacahuetes picantes asesinos, que fue lo que estuvimos picoteando mientras Alberto y Mamé fueron a buscar al ranger. Fue tomarme unos cuantos y enseguida tuve "la llamada del ahorro" inminente que tuve que atender de urgencia. Viendo como la noche se me echaba encima mientras recibía insistentemente rellamadas y que no me había llevado frontal para al menos ver a lo que me estaba enfrentando, tuve que implorar al espíritu de la vacuidad para quedarme sin existencias cuanto antes. Menos mal que las instalaciones eran más que decentes.

Algo debilitado por el esfuerzo pude respirar tranquilo con todavía algo de luz, pero me negué a probar la salsa de los espaguetis que Mamé nos preparó esa noche. Me conformé con un buen chorro de aceite de oliva, de ése que venden por aquí a 12 dólares los 3/4 de litro. Menos mal que no probé la salsa, porque creo que aún os sigue picando la boca a los demás, no?.


El parking de "Lobo 1"


Hay que recordar que la cena la hicimos en compañía de la pareja alemana y su guía (por llamar de alguna forma a la mera coincidencia espacial) . Las comparaciones son odiosas, pero la situación era totalmente cómica. Mientras a ellos les servían la sopa en una mesa digna de etiqueta, bajo la clara luz de un candil alimentado de parafina, a nosotros se nos intuía tan sólo, alrededor de unas mesas plegables minúsculas e iluminados por el cristal ennegrecido del inapropiado queroseno que usábamos para nuestros candiles. Eso sí, gracias al señor salvaje pusimos algún signo de distinción tomándonos una copita del vino tinto que compramos en Seronera. Pero en conjunto mejor dejamos las descripciones y recogemos todo para irnos a dormir cuanto antes.

Yo tuve que hacer mutis por el baño de nuevo, con la venia del grupo para no fregar ni recoger los tiestos esa noche. Le habíamos prometido al ranger que mañana temprano desmontaríamos las tiendas y nos iríamos, así que no hubo tiempo para más, aunque el sitio, todo hay que decirlo, merecía la pena.

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