lunes, 7 de diciembre de 2009

Día 7 : Seronera, el corazón del Serengeti

Hoy era el cumpleaños de Nuria, la mujer de Mamé. Él llevaba los últimos días recordándonos esta fecha y pensando en conseguir un regalo especial para ella. Ayer se puso triste porque poco después de irnos del colegio que visitamos (Oloosinon) cayó en la cuenta de que podría haber pedido a los niños de primaria que cantaran el cumpleaños feliz en swahili y grabarlo para Nuria. Fué una lástima, es verdad, pero al comentar esto quiero que quede constancia de las intenciones de Mamé para con su mujer, quizá así ganemos unos puntos adicionales en los "carnets conyugales por puntos".

Tras despertar junto al lago Victoria, del que sólo podíamos ver un bracito minúsculo y aun así parecía inmenso, dessayunamos con unas galletas que compramos el día anterior. Fui yo el único que soportó comer más de dos. Eran de jengibre y su sabor era horrible, os lo aseguro. De hecho fue el único alimento que se quedó en los coches al devolverlos a George. Insufribles, no diré más.

Tras el aseo personal correspondiente nos pusimos en camino hacia el Serengeti, después de pasar por la tienda y gasolinera donde ayer compramos algunos víveres y rellenamos los depósitos. Más de uno esperaba volver a ver a la dependienta de las virtudes evidentes, pero la tienda no había abierto aún. Por suerte apareció por allí poco antes de irnos y despidió con una sonrisa  a los que la vieron. No fui de los afortunados ...


El camino hacia el Serengeti se nos hizo bastante pesado porque había más kilómetros de los que esperábamos, y eso que hasta la entrada era carretera asfaltada y que el primer tramo, desde salir de Musoma hasta  el primer pueblo (Nyakanga) ofrecía inenarrables estampas de gente en bicicleta llevando de todo. Hasta un colchón fui capaz de ver a uno llevando en la espalda. Impresionante, de verdad.
El LandRover tomó poco después la iniciativa pero se pasaron de listos y de velocidad saltándose el desvío para entrar al parque. Tras pagar las tasas correspondientes con tarjeta obligatoriamente (era lo único que nos faltaba por ver), comprar un mapa y calibrarlo sin mucho éxito para el GPS (los mapas de Google siempre fueron nuestro mejor guía) entramos sin mayor novedad en el Serengeti.

La hora no acompañaba demasiado y el calor apretaba, así que hasta Seronera, sin ver muchos animales, con un paisaje algo decepcionante y muy llano, la ruta se nos hizo muy cansina. Incluso llegamos a parar un rato porque el sopor se hacía inaguantable. Pocos animales y mucho calor sería el resumen de la entrada.



Una paradita para aplacar el sopor

Al llegar a Seronera, el corazón y centro neurálgico del parque optamos primero por localizar el campsite  que nos habían asignado a la entrada : Pimbi (que resultó ser el nombre de un simpático roedor). Al llegar nos encontramos con un grupo de españoles que nos reconocieron de haber compartido avión. Eran catalanes y valencianos y estuvimos un rato charlando y comentando lo que habíamos visto, y los planes que teníamos.

Después decidimos hacer un poco de "game view" por los alrededores, donde pudimos ver un leopardo descansando en la rama de un árbol (algo lejos), unos leones "practicando sexo" y otra manada de leonas al atardecer suponemos que agrupándose para prepararla parda esa noche. También vimos algunos animales nuevos como los pimbis en unos roquedales de origen volcánico característicos del Serengeti: los Kopjes.


Las leonas al atardecer...


Lo más curioso del día fue que tuvimos que montar las tiendas en la zona destinada al aparcamiento de los coches, ya que la entrada con vehículos a la zona de camping nos fue tajantemente prohibida por el ranger de turno. Otra confirmación más de que la gente no suele viajar por su cuenta por aquí, y menos con tiendas en el techo.

La cena fue también "muy divertida", ya que oíamos los rugidos de leones cerca y hubo bastantes nervios en el ambiente, casi tantos como escarabajos dorados, nuestros inseparables compañeros nocturnos. La cena, a base de"baked beans" casi se convierte en una competición a ver quién se comía antes "gato por liebre" en su versión "escarabajo por bean".

Esa noche en las tiendas se respiraba tensión en el ambiente, y más de uno escuchó animales rondando los coches. Al menos dormíamos en altura. El resto de usuarios del camping, incluidos algunos de los españoles que nos encontramos por la tarde estaban durmiendo en tiendas en el suelo.

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